[RELATO SIMPLÓN Y ESPONTÁNEO DE ACTUALIZACIÓN SEMANAL]

Macri, chipriota errante, normalmente en paro pero que ahora trabaja en Londres para una editorial, emprende una aventura para intentar conseguir los derechos de autor de un libro ucraniano de ciencia ficción. Desgraciadamente el soldado está integrado en tropas internacionales y Macri viaja siempre ahorrando.

(English version here)


DÉCIMOTERCERA ENTREGA

La pareja salió de su habitación bien entrado el día, en términos afganos al menos. Que en esas latitudes se madruga mucho; amanece temprano y la gente se levanta con el sol. Ellos no. Agotaron el tiempo hasta justo diez minutos antes de que se cortara el agua caliente. Y fueron directos a la ducha, a quitarse los restos de chocolate que tenían por todo el cuerpo. M&M, por supuesto.
Desayunaron de pie. Nestcafé. La casa estaba ya vacía salvo por el payaso catalán, que al parecer salía poco. En la mesa del salón Joe había dejado un sobre para Maru. Dentro había dos documentos oficiales de Naciones Unidas por los que se les reservaba a cada uno una plaza en el avión de las dos hacia Herat. Maru se los enseñó triunfante a Macri:
-Mira, los billetes!
-¿Está el mío también?
-Claro! A ver qué dice el mensaje...mmm... sólo tienes que pagar cien dólares.
-¿Quéee? Pagar? Yo pensaba que era gratis...
-No, qué va! Ahora hay tantísimas organizaciones humanitarias en Kabul que Naciones Unidas cobra los vuelos. Creo que son siempre cien dólares, sea al sitio que sea.
-Pues empezamos mal... Yo he traído poquísimo dinero. El cabrón de mi jefe dice que como soy freelance, que le presente una cuenta de gastos a la vuelta.
-Un poco cutre, no?
-Mucho. Creo que es que mi jefe se cree que la vida real es como los cómics de Corto Maltés, que el tío va de un lado a otro y nunca tiene que pagar nada.
-Bueno, Corto tenía su barco...
-Quizás. Pero me da igual...además el vuelo es a Herat, ¿no?
-Si, claro! Conmigo!
-Hmmm...sí eso está bien pero está también el pequeño detalle de que yo voy a Chagchadar, que está como a trescientos kilómetros de allí y...uf, no me apetece nada pasarme los próximos dos días estrujado en un minibus por las carreteras de Afganistán.
-No te preocupes, seguro que nuestra gente de Herat te ayudan.
-Seguro. Y me cobran cien dólares, sin duda ¿Tú los conoces?
-En persona no, pero he hablado con ellos por teléfono. Parecen majos. Y tú eres un poco cutre por creerte que las oeneges son como los cómics, que viajamos de gratis por la vida. Eso es sólo para los organismos oficiales, que además pagan mejor.
-Me encanta tu delicioso espíritu voluntario...muy propio de una francesita hippy como tú.
Se pelearon de broma un rato más, se dieron besos, y mordiscos, y recogieron su equipaje. Al aeropuerto los llevó Ahmed, el chófer del día anterior. Maru le pidió que, puesto que iban bien de tiempo, antes los acercara a ver, aunque fuera sólo desde el coche el palacio de Darulaman, la principal atracción del Kabul que todo turista cooperante debe ver. Ahmed accedió gustoso.
En el camino, Macri, que ya se había hecho un poco a la ciudad, se dio cuenta de que rodeaban el centro de Kabul y subían hacia las montañas de alrededor; pensó que la ciudad debía parecer un cráter, vista desde el cielo. A medida que ascendían el paisaje urbano se hacía más rural. Se les cruzaron algunos rebaños de cabras que trotaban entre las casas bajas y el polvo. Mucho polvo por todas partes. Sin miedo a caer en el tópico, Macri, hizo en voz alta una reflexión de lo más anodina:
-Sin duda Kabul es uno de los sitios más polvorientos del mundo.
- Eso es ahora señor Macri -le contestó Ahmed.
-Vaya, ¿el polvo también lo trajeron los americanos? ¿En camiones cisternas, para putear a los afganos?
- En parte sí, señor Macri. Esta avenida por la que vamos es la avenida Darulaman. Aunque no lo parezca, hace treinta años era una zona señorial, que llevaba hasta el palacio real, y tenía árboles centenarios a ambos lados de la calle. Toda esta parte de la ciudad que ahora parece un desierto era verde y fresca, llena de plantas y estanques.
-Y qué pasó? -preguntó Maru.
- Primero las tropas soviéticas talaron todos los árboles de la avenida para evitar los ataques de los muyahidines, que se escondían detrás. Después esto se convirtió en primera línea del frente durante muchos años y varias guerras. Lo machacaron tanto con artillería pesada que se hundieron los canales, arrasaron las casas grandes y el desierto volvió a ocuparlo todo.
-No me parece creíble que en Kabul hubiera plantas y palacios...como mucho mezquitas - terció Macri.
-Se ve que no conoce usted la historia de nuestro país, debería haber venido usted antes y asistir a mis clases.
- ¿Clases de qué? -Preguntó divertido Macri.
- De historia. Quizás no lo crea pero yo soy profesor de historia en la Universidad de Kabul. O lo era. Lo que pasa es que hace ya tiempo que la Universidad dejó de pagarnos el salario. Y cuando lo hacen, lo que pagan no me da para vivir ni una semana. Como chófer de MEDERA cobro casi diez veces más. Aún doy algunas clases, pero sólo para alumnos especiales que me pagan algo extra.
-¿De verdad? ¿Y voy a tener que pagarte algo yo también para que me aclares algunas dudas históricas que tengo, relativas a una espada y al príncipe de Gor?
- Bueno, debería cobrarle un extra, pero podemos interpretar que está incluido en mi sueldo de chófer: explicarle la ciudad y la historia a los huéspedes que nos visitan. ¿Qué quiere saber?
-Todo. Es decir, es que no tengo ni idea de historia de tu país. Sólo sé que lleváis treinta años de guerras y que, estáis todos divididos en tribus, la mayor parte de las cuales están intentando matarme o secuestrarme.
-¿Se refiere a alguna amenaza en concreto?
-Yo diría que sí. Parece ser que el tipo al que tengo que localizar para que me firme el contrato de edición de su libro además de escritor y militar es descendiente del príncipe de Gor, o al menos tiene su espada. Y eso afecta a una pelea entre hazaras y kuchis, que viene de antiguo.
-Jajajaja -Ahmed estalló en carcajadas, típico humor negro afgano- ¿Lleva usted sólo dos días en Kabul y ya se ha metido en ese lío? Son unos liantes. Como usted sabe, la mayoría de los afganos somos de etnia pashtun o, aunque es menos importante, tadjika. Eso significa que la mayoría somos musulmanes sunníes y hablamos darsi. Sin embargo nuestro país no es homogéneo. En esta zona, como en toda Asia central, ha habido siempre multitud de etnias y tribus diferentes conviviendo. Los kuchis y los hazara son dos de esas tribus. Lo más parecido a ellos que tienen ustedes en sus países son los gitanos, como ustedes los llaman. Los hazara han vivido siempre en la parte de Bamiyan, son chiitas pero muy poco religiosos, de origen mongol; con ojos rasgados. Y se dedican a la agricultura. Los kuchis son nómadas. Llevan siglos dedicados a moverse con sus rebaños y, aunque ellos dicen que son pastunes, en verdad no son nada; tienen la piel oscura y las mujeres visten con muchos colores, como las prostitutas...
-Todo eso ya lo sé, Ahmed. Me lo han contado ya tres veces, desde que llegué. Una al día. Y ahora los dos grupos de gitanos se pelean por unos valles, lo sé. De hecho creo que me voy a hacer un especialista en etnología afgana.
-Bueno, usted me ha preguntado. Intentaré no repetirme, no sé...dígame ¿Qué sabe usted del príncipe de Gor? No sea que también en eso lo conozca ya -Ahmed cultivaba una ironía que no le hacía perder la buena educación.
-Conozco la película.
-¿Ah sí?
-Claro, El Hombre Que Pudo Reinar, con Michel Caine y Sean Connery. Y supongo que de joven leí también el relato de Kipling, aunque en verdad no lo recuerdo.
-¿Sólo eso?
-La otra noche el amable señor tuvo la
-está bien creo que ya lo sabe todo. Yo puedo contarle poco de eso. Cuando yo estudié, a finales de los setenta, en la Facultad no se llevaba ahondar mucho en la época del Gran Juego.
-¿Eso qué es? -preguntó Maru.
- Francesita, eso se estudia en bachillerato - sonrió Macri provocador.
-Será en Chipre. En Francia estudiamos cosas más interesantes...
- Bueno pues fue la época en que Inglaterra y Rusia luchaban por controlar Asia. Era la época de la india colonial inglesa y el Zar de Rusia inició una campaña de conquista por las colonias del norte, acercándose a Japón y a la India. Para frenar la expansión rusa los ingleses intentaron levantar a las tribus afganas contra los rusos. Y estos contra los ingleses. Es el ambiente de fondo de las novelas de Ruyard Kipling.
- Hmmm...yo conozco el libro de la selva.
-Bueno de esa no, de las demás.- Ahmed miraba sonriente por el espejo retrovisor. Sorprendido de que Macri supiera siquiera eso:
- Quizás señor Macri anda Usted buscando tesoros por aquí. La espada del príncipe de Gor, o la Torah de David Alroy... sólo los locos que vienen buscando tesoros saben algo de historia. y se dejan secuestrar.
- Te equivocas Ahmed, yo sólo quiero que un ucraniano loco me firme un contrato para traducir un libro que ha escrito, y volverme cuanto antes a Londres a que me paguen. por cierto ¿Eso es el palacio?
Efectivamente, la avenida acababa justo ante el destrozado palacio Darulaman. Pararon el todoterreno en una pequeña explanada, justo enfrente de un cuartel de la ONU. Desde el coche se veía un muro medio caído y al fondo los restos del palacio en mitad de un solar lleno de montones de chatarra oxidada. Había una caseta de guardia vacía pegada al muro del edificio. Macri no había tenido tiempo de leer ninguna guía turística del lugar antes del viaje y Maru, por su parte, tenía por costumbre no leer jamás nada de ningún lugar antes de visitarlo, porque decía que así perdía emoción. Así que Ahmed tuvo que hacer de guía-profesor de historia una vez más. Gratuitamente. Les explicó que el edificio gigantesco, que evocaba lejanamente al Reichstag de Berlín, era el símbolo de la época del Rey Amanullah, que lo construyó en los años veinte. Esa fue su época de esplendor. Después fue también la residencia de Zahir Shah, el último rey de Afganistán, que daba fiestas que aparecían en las revistas del corazón del mundo entero. Era, según Ahmed, un tipo apuesto, con bigotillo fino, que alternaba con el Sha de Persia y con Grace Kelly en los sesenta, cuando en Europa se pensaba que Afganistán era un país exótico de cartón piedra. Después obligaron al Rey a exiliarse y el palacio se convirtió en la residencia del Presidente Amin. Ahí Ahmed adoptó voz de narrador de documentales:
-La noche del 27 de diciembre de 1979 un grupo de élite del ejército soviética tomó por asalto el palacio y asesinaron al Presidente. Intentaron que pareciera un golpe de Estado interno, pero esa misma noche, paralelamente, los paracaidistas rusos tomaron el control sobre el aeropuerto internacional de Kabul, y unidades regulares del Ejército soviéticos cruzaron la frontera en dirección a Afganistán. Ahí empezó una guerra que todavía no ha terminado.
-En verdad a mi -terció Maru- la otra vez que vine, me lo enseñaron como el Palacio de Amin.
-Sí, hay bastante gente que aún lo llama así. El palacio siempre ha estado en el centro de la historia. Años más tarde, en 1992, cuando Masud, el león de Panshir, el más famoso luchador de Afganistán, liberó Kabul de manos de los talibanes también instaló en el palacio su centro de operaciones. Hoy ahí enfrente ¿lo veis, allí a lo lejos? Hay una base norteamericana... y entretanto, todos los extranjeros que vienen a Kabul suben alguna vez a hacerse fotos en el palacio de Darulaman.
-¡Yo tengo una! -saltó sonriente Maru.
- Es que la señorita Maru es una turista aplicada. En mi casa, mi madre guarda aún una foto hecha un año de nacer yo en la que aparece sentada en la baranda delante del palacio, que está en llamas. Es impresionante. Fue el incendio de 1968, que acabó con el palacio y que pudo verse desde toda la ciudad. Estuvo dos días ardiendo. Es como si esto se hubiera pasado más tiempo en ruinas que utilizándose. Sin embargo en aquella ocasión lo reconstruyeron muy rápido y un año después ya se daban de nuevo fiestas para la realeza mundial. Y hasta repararon un trenecito de vapor que unía Darulaman con Kabul. De pequeño mis padres me traían algunos domingos a ese tren.
El palacio era en verdad majestuoso. Parecía construido sobre una colina artificial. Le faltaba casi todo el techo y absolutamente todos los cristales de las ventanas. también se veía algún muro caído, pero no dejaba de resultar espectacular, en estilo austro-húngaro.
-Y quién construyó esto?
- Obreros afganos, señor Macri, ¿quién si no?
-Me refería al arquitecto.
-Oh, trajeron arquitectos alemanes, evidentemente.
-Se ve que aquí para las cosas importantes traéis siempre gente de fuera.
-Los extranjeros solitarios que vienen a Afganistán sólo suelen traer problemas. Mire la historia del palacio, o la de la torah de la que hablábamos ayer. Mi país tiene una especie de imán para los aventureros... pero a casi todos acaba por salirles mal. Tenga cuidado, señor Macri.
-Ja,ja,ja.. muy sibilino Ahmed. Me caes bien! De todas formas creo que ya es hora de irnos, no quisiera perder mi avión.
-Por supuesto, señor Macri.

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