[RELATO SIMPLÓN Y ESPONTÁNEO DE ACTUALIZACIÓN SEMANAL]

Macri, chipriota errante, normalmente en paro pero que ahora trabaja en Londres para una editorial, emprende una aventura para intentar conseguir los derechos de autor de un libro ucraniano de ciencia ficción. Desgraciadamente el soldado está integrado en tropas internacionales y Macri viaja siempre ahorrando.

(English version here)


DÉCIMOSEGUNDA ENTREGA (Sólo para mayores de 18 años)

Nada más entrar al cuarto se besaron. Más que besarse parecería que se les quedaron los labios pegados, pues sin separarlos un milímetro fueron quitándose mutuamente la ropa y acercándose a la cama. Macri demostró su habilidad para abrir el cierre del sujetador con una sola mano, pero Maru no lo apreció porque estaba entretenida intentando abrir los botones del cierre de su pantalón, que el chico no usaba cremallera. Sin dejar de besarse, mordiéndose los labios y saboreándoselos los dos se fueron quedando desnudo. Macri se asustó un segundo por la capacidad prensil de los dedos de los pies de la francesa, que le quito los calcetines casi sin que se diera cuenta.
Maru se dejo caer boca arriba en la cama y se trajo con ella a Macri, que le cayó encima pero se echó cómodamente a un lado. Para no aplastarla, y para mirarla. De pronto le pareció muy guapa. Las rastas le caían para un lado y le marcaban el contorno del rostro, haciéndola más atractiva. Los pechos en esa posición le parecían más redondos. La noche anterior Macri apenas había podido fijarse en su cuerpo. Ahora los pezones le parecieron perfectos: naranjas, salientes, duros. Apenas tenía vello por todo el cuerpo, y el del pubis lo llevaba recortado, escaso.
A la chica se la notaba excitada, impaciente, a la espera. Macri le pasó un dedo por la frente, acariciándola. Bajo el dedo por la nariz, por el mentón, entre los pechos..la acariciaba con ese único dedo, recorriendo la línea imaginaria que divide a cualquier cuerpo en dos. Al pasar sobre el ombligo ella dio un respingo, pero se esforzó en quedarse inmóvil. Paró el dedo al llegar a su clítoris y percibir cierta humedad ahí. Ella lo miraba en silencio.
Le rozó el pezón izquierdo, acariciándolo con la yema del dedo, y notó que ella apenas se inmutaba. Macri tenía una teoría sobre los pezones de las chicas. Según su experiencia, los pezones de las chicas con pechos grandes son menos sensibles. Por eso dudó si apretar; se lo pensó; se mordió el labio; y presionó el pezón entre dos dedos. Fue aumentando la fuerza con la que lo apretaba hasta que ella gimió levemente:
-Eyy, me duele.
-¿De verdad? No tienes cara de dolor.
-Me duele, pero me gusta.
-¿Y ahora? -Macri apretó fuerte el pezón entre sus dedos. Maru cerró los ojos y apretó la boca, pero no se quejó. El le habló con voz muy suave:
-Me gusta. Me gusta ese punto donde se mezclan el límite del placer y el principio del placer. Me gusta tenerte en ese punto, que no sepas si te duele, o te gusta, o las dos cosas -Maru gimió queda- ¿Sabes? Tienes un nervio especial que conecta cada pezón con tu clítoris. Yo te aprieto aquí -apretó- y una corriente eléctrica te recorre por aquí, por aquí -con la yema del dedo iba dibujando un camino desde su pecho, por la piel del abdomen, dejando a un lado el ombligo y hasta el punto más sensible del cuerpo de la chica, que rozó levemente al acabar.- Lo sientes? Mira, te vuelvo a apretar y verás como si te concentras todo lo que yo te haga en tu pezón tú lo sientes en tu coño. Lo notas.
-Sí. No sé si es ese nervio o es autosugestión, pero lo notó...ayyyyy- Macri apretó ya sin pudor el pellizco sobre el pecho de la francesa, que no quejaba, simplemente gemía concentrada. De hecho, le apretó los dos pezones a la vez, cada uno con una mano, con todas sus fuerzas, una presión constante que a él mismo le cansaba los dedos. Muy fuerte. El cuerpo de Maru se revolvía, estaba evidentemente muy excitada, abandonada. Tan abandonada que muy pronto los gemidos se convirtieron en grititos, cada vez más fuerte. Dobló la cabeza hacia un lado, como hacen muchas mujeres cuando se vana correr. Él mantuvo la presión en los pezones y el suave movimiento rotatorio de sus manos mientras la muchacha arqueaba la espalada, respirando my fuerte, gimiendo hacia dentro a la vez que aullaba bajito. Macri notó que estaba muy cerca de llegar a un orgasmo y efectivamente no paró hasta sentir que todo el cuerpo de ella temblaba como en un escalofrío extenso y parecía lloriquear. Entonces se detuvo y besó suavemente los dos pezones, con los labios muy húmedos, calmándolos después de ese juego. Maru se hizo un ovillo. Aún sacó fuerzas para hablarle, con voz de niña pequeña, a su amor:
-Uuufff, que bonito!!! me vas a matar! Mmmmm, ahora quiero que me hagas el amor, Macri, por favor, fóllame, por favor.
-No, francesita..ni hablar de eso. Quiero que hoy duermas así, sin perder tu excitación, sin dejar de sentirme y de desearme.
-Pero estoy muy mojada. Te quiero dentro.
-Que va pequeña, ni hablar -le pasó una mano por la mejilla y la frente, acariciándola cariñoso.
-Hmmmm... pues tu también estás excitado. Muy excitado - Le señaló su sexo. Duro e inhiesto.
-Me aguantaré las ganas, yo también.
-Pues parece que tu también estás húmedo - Acarició con un dedo la punta de la polla del chico y se lo llevó, mojado a los labios.-Uauuu...qué bien sabe! sabe dulce!
-No exageres, Maru.
-No tienes ni idea, está dulce, de verdad. -La francesa se irguió lo justo para meterse la punta rosada de ese sexo duro entre los labios y lo lamió a conciencia, como quien saborea un caramelo. Volvió a recostarse relamiéndose los labios.
-Oyeee, que me has excitado.
-Pues te aguantas. A dormir!
Los dos se abrazaron, sonrientes. Ella se acomodó sobre su pecho y cuando ya casi estaban dormidos los dos le dijo al oído la única frase que el recordaría al día siguiente:
-me encanta el sabor de tu líquido preseminal.
Durmieron así. A medianoche se separaron un poco para acomodarse cada uno a un lado de la cama. Macri se despertó durante la noche, pero volvió a dormirse con la comodidad de sus dos culos rozándose.
Por la mañana los despertó temprano el ruido de una alarma. Maru sin desperezarse aún, no se refrenó las ganas de besar a su amado. Un montón de besos minúsculos arrojados sobre sus labios terminaron de despertarlo. Él le sonrío, para no ser menos:
-Me encanta despertarme con tus besos, sabes?
-No seas cursi! Que te has despertado con la alarma de mi móvil!
-Vale, pero tus besos recién levantado son muy acogedores.
-Eso es porque tú tienes unos labios deliciosos, y una no se puede privar de besarlos.
-Pues a ti, francesita, te huele el aliento.
-Hmmmm... eso es porque no me das caramelos de chocolate.
-Se me olvidó traerte.
-Hay un paquete abierto ahí, en la mesa - Macri, estiró el brazo y tras rebuscar un instante a ciegas se topó, efectivamente, con un paquete crujiente. Lo cogió.
-Vaya, son M&M!
-Claro, tonto, Macri y Maru!
-je,je. genial! Pero Sólo quedan tres. -Maru lo miró y se limitó a sonreír, con una sonrisa larga y brillante. Bastante traviesa.
-Vale, comprendido. Un caramelo para la niña -cogió uno, de color rojo, y lo usó para acariciar los labios de ella- Hmmm... qué hambre, verdad? -Siguió rozándoselo por los labios, sin darle opción a comérselo. Empezaron a jugar de nuevo.

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