[RELATO SIMPLÓN Y ESPONTÁNEO DE ACTUALIZACIÓN SEMANAL]

Macri, chipriota errante, normalmente en paro pero que ahora trabaja en Londres para una editorial, emprende una aventura para intentar conseguir los derechos de autor de un libro ucraniano de ciencia ficción. Desgraciadamente el soldado está integrado en tropas internacionales y Macri viaja siempre ahorrando.

(English version here)


DÉCIMA ENTREGA

Las cosas no siempre salen como uno las planea. Macri y Maru se subieron al Toyota felices, traviesos y algo excitados. Dispuestos a pasar el resto del día en el cuarto de Maru, con la calefacción encendida y bebiendo vino prohibidísimo. Entraron aguantándose las ganas de cogerse de la mano en público.
Entonces Macri tuvo un gesto de sociabilidad, y eso hizo que cambiaran sus planes. De nuevo.
Nada más instalarse en el sillón trasero del todoterreno, que olía a plástico y a nuevo, como si estuviera a miles de kilómetros de las calles de Kabul, pensó en que no debía tratar al chófer, de quien sólo sabía que se llamaba Abdul, como una cosa o un sirviente antiguo. Así que aprovechó para darle conversación y, de camino, informarse.
-Tú que sabes de los kuchis, Abul?
-Hmmm, más o menos lo que todo el mundo por aquí, señor Kibris -Macri, mentalmente, le había puesto un “sahib” al final de la frase, como los sirvientes indios de las películas coloniales. Aún así se animó a seguir:
-Pero conoces a Hasmat Ghani y Naim Kuchi
-Jajajaja! Claro! Todo el mundo conoce a esos dos, se llevan como el perro y el gato. Seguro que muy pronto uno de los dos se carga al otro. Cosas de nómadas.
-Y tú que opinas de eso?
-Bueno, parece que a veces es más fácil pelearse con quien más se parece a ti, ¿no?
-En nuestros países pasa igual, sobre todo con los partidos de izquierda. Tenemos millones de partidos radicales de izquierda revolucionaria que se odian entre sí...su mayor enemigo no son nunca los capitalistas, sino los disidentes.
-Aquí sucede lo mismo. Aunque en realidad en la pelea entre Naim Kuchi y Ghani hay algo más, hay también una lucha mafiosa por convertirse en el representante de los kuchi ante los americanos y conseguir algo de los millones de dólares que van regalando a cualquier jefe para pacificar el país, pero en todo caso Afganistán tiene una considerable tradición de odiar antes a tu hermano que a tu enemigo. Ahí está el caso de los judíos de Kabul.
-¿También hay dos grupos de judíos peleados? -Macri puso cara de estupefacción divertida, mirando a Maru, que hasta se animó a decir algo.
-Vaya, nunca me ha secuestrado un judío, pero algo me dice que me falta poco.
-No, que va! No hay, para nada, dos grupos de judíos. Lo que hay son dos judíos.
-¿Perdona? ¿Qué quieres decir?
-Pues eso. En Kabul sólo quedan dos judíos. Todo el mundo los conoce, viven, juntos, aquí al lado, en la sinagoga. Uno se llama Isaac y el otro Zebulón. Y se odian. Se pasan el día insultándose a gritos por la calle y se han denunciado uno a otro muchísimas veces.
-Eso no puede ser - Macri y Maru miraban al chófer a través del espejo retrovisor con la boca abierta.
-Que sí. Es una historia muy famosa. Hasta han hecho una película.
-¿Una película? -maru se reía.
-Sí. Durante un tiempo todos los periodistas europeos que pasaban por Kabul dedicaban una tarde a entrevistarlos y contar su historia. Después vino un francés y se pasó seis meses viviendo con ellos y rodó una película.
-¿Y aún así siguen peleándose?
-Por supuesto. Seguramente ahora ya son un poco prisioneros de sus personajes. A uno de ellos le dieron una paliza hace poco, creo que porque se ha corrido la voz de que les pagaron por lo de la película, pero yo creo que no. Si os apetece podemos ir a visitarlos.
-¿Forma parte del show turístico Kabul 2008? -la ironía, inevitablemente, era de Macri.
-Algo así.
-Yo quiero ir -gritó de pronto Maru. Y fueron.
Abdul el chofer aparcó en una calle ancha y polvorienta, muy cerca de donde estaban. La placa, en inglés, indicaba que era la calle de las Flores. Delante de una casa grande y cuadrada. Entraron a un patio común. Parecía ser una casa de vecinos de dos plantas, bastante desvencijada. En el centro un amplio patio de tierra donde crecían algunos matojos y por el que había diseminadas varias herramientas viejas y oxidadas. Todo era tan polvoriento como el resto de Kabul aunque quizás un poco más deteriorado aún de lo habitual. Abdul pasó al patio y empezó a llamar a Isaac a gritos. Al momento salió un viejo encorvado, similar a cualquier otro viejo de Kabul, salvo por un gorrito negro que evocaba lejanamente a una kipa judía.
-Mira Isaac, esto son dos cooperantes extranjeros, uno es ingles y la otra francesa, acaban de llegar a Kabul y se morían de ganas de conocer al último judío de la ciudad.
-Bienvenidos, bienvenidos. No sé como se os ocurre venir a Afganistán. Este país ya no merece la pena, no es un sitio agradable para vivir.
-¿Y usted por qué se queda?
-Mi familia ha emigrado toda a Israel pero yo no pienso irme. Me gustaría visitar Israel, Jerusalén, pero volver aquí. Yo nací aquí, soy afgano, no podría vivir en ningún otro sitio. Además, no podría irme hasta que vuelva a aparecer la Torah de Alroy.
-¿Qué Torah es esa?
-Se ve que no es usted judío. Todos los judíos del mundo saben que Kabul se guarda la Torah de David Alroy. Los comentarios de Alroy, que se levantó contra los musulmanes para defender a los judíos, incluyen todos los comentarios hechos de su propia mano. La misma que usó luego Moisés ben Semtob para escribir el Zohar. En la Torah de Alroy se guarda la primera explicación de la Cábala; muchos secretos y predicciones. Sabéis lo que es la Cábala?
-Por supuesto, es una filosofía mística judía- Maru, que escuchaba concentrada al judío, contestó con seguridad, se ve que le atraía lo místico y había leído libros sobre la Cábala. Macri se dijo a sí mismo que ya le había notado a la francesa un cierto parecido con Madonna, pero como no era el momento de bromear con todo eso, no dijo nada.
-No sólo eso. La Cábala es la esencia de nuestros textos sagrados; la explicación del mundo a partir de la Torah. La cábala permite el descubrimiento del mundo que se esconde bajo la letra de los textos, es decir de la realidad de la vida humana.-Isaac hablaba despacio, se ve que no era la primera vez que hacía esta narración- A través de la cábala puedes conocerte a tí mismo, y puedes prever tu futuro como hombre. En la Torah de Alroy y en el Zohar, para quien sepa interpretarlo, viene la predicción de toda la historia. Eso sí, la línea maestra de la cábala es la rectificación, para entender la cábala hay que aprender para ser mejor cada vez...pero eso no lo sabe esa sucia rata de Zebulón.
-Supongo que se refiere a su amigo, el "otro" último judío de Kabul -Interrumpió Macri...y se ganó una mirada asesina de Maru.
-Ese cerdo no es judío ni nada. Es un impostor. Ha renunciado a su fe y es un ladrón... yo sé que ha sido él el que ha robado la Torah, para dársela a alguno de sus amigos musulmanes.
La conversación se desarrollaba en el patio polvoriento, en pastún y con Abdul traduciendo. Macri se dio cuenta de que a maru el tema le interesaba así que jugó un poco a hacer de mecenas de la comunidad judía y encontró la manera de hacerle saber a Isaac que como admirador de su capacidad de resistencia en un entorno tan hostil se sentía en la obligación moral de regalarle algo. Le preguntó a Abdul por el precio de un saco de harina e insistió hasta que Isaac aceptó la donación en efectivo. No le costó demasiado caro (menos que comer en un bar de menú barato en Londres) y a cambio Isaac los invitó a su habitación, les ofreció té y estuvieron un buen rato charlando.
Les contó que él había nacido en Herat, pero muy joven se fue a estudiar a Teherán. Allí estudió siete años con un gran rabino que le dio un título que lo autoriza a dirigir las oraciones en la sinagoga. Isaac les enseñó el documento, amarillento, escrito íntegro en hebreo y metido dentro de un forro de plástico. También les habló de su relación con Zebulón. Hace años eran muy amigos, y ambos se fueron a la vez a vivir a la sinagoga de la calle de las flores. Empezaron a llevarse mal cuando en 1992 los últimos judíos se escaparon de Kabul. Según Isaac, Zebulón había colaborado con los talibanes y por eso durante los años de ocupación nadie lo molestó. Incluso dijo que creía que en esos años su colega se convirtió al Islam. De hecho se refería a él llamándolo Mulá Zebulón. Todos sacaron en claro que el episodio determinante para su enemistad había sido la desaparición de la Torah esa tan antigua, aunque Macri en verdad no había entendido nada de lo de la cábala. Sí comprendió que lo dos se culpaban mutuamente y a Isaac habían llegado a acusarlo ante los talibanes del robo. Menos mal que se ve que ni siquiera los talibanes, tan fieros como parecen, tuvieron ánimo para meterse en medio de las disputas de los dos judíos y el asunto no fue a más.
Cuando salieron de la sinagoga ya era de noche.

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