[RELATO SIMPLÓN Y ESPONTÁNEO DE ACTUALIZACIÓN SEMANAL]

Macri, chipriota errante, normalmente en paro pero que ahora trabaja en Londres para una editorial, emprende una aventura para intentar conseguir los derechos de autor de un libro ucraniano de ciencia ficción. Desgraciadamente el soldado está integrado en tropas internacionales y Macri viaja siempre ahorrando.

(English version here)


SEXTA ENTREGA (solo para mayores de 18 años)

Maru tenía una habitación individual en la casa, aunque era poco más que una cama y una mesa. En la ventana había colgado un pañuelo pintado y había otro, típicamente afgano, en la pared. Sobre la mesa, entre los papeles, un grupo de velas variadas aportaban un mínimo aire femenino;algo  innecesario, en todo caso, a la vista del montón de sujetadores, camisetas y  ropa interior de chica desperdigados por el cuarto.
Cuando Macri y Maru entraron y cerraron la puerta hubo un primer instante de incertidumbre. Se quedaron mirándose, apenas unos segundos, sin saber exactamente qué hacer. Verse de pronto en la habitación les dió a los dos un poco de corte. Hasta que él volvió a besarla. Un beso bonito, mordiéndole los labios, chupándoselos con gusto, que volvió a llevar a Maru a esa especie de nube cálida donde todo fluía mucho más fácil. De hecho fue ella la que, sin dejar de besarse, le levantó la camiseta por al espalda a Macri, hasta quitársela. Él le abrió uno a uno los botones de su camisa negra. Le mordió suave la barbilla, el cuello. a cada roce de los labios secos, maru temblaba levemente. Se abandonaba.
Mientras le mordisqueaba la abrazó y le desabrochó el sujetador. La echó sobre la cama. Maru se quedaba quieta y lo dejaba hacer. Él la acariciaba pensando que tenía pinta de chica fuerte: los hombros anchos, la piel tersa.  Se apartó para mirarla, recorriendo a la vez su esternón con el dedo índice. Tenía la piel ligeramente áspera, morena. Los pechos pequeños pero muy redondos. Los pezones oscuros.
Descubrió un poquito de vello cerca de sus pezones, pero no le molestó. Rozó el pezón izquierdo con la punta de la lengua y ella gimió un poco. Se detuvo un rato así, dándole ahí golpecitos con la lengua, pero notó que ella se relajaba. Así que le rozó el pezón deliberadamente con los dientes y eso la hizo temblar un poco más. Insistió y, aprovechando que acababa de descubrir algo sobre ese pezón lo sujeto entre dos dedos cuando subió a morderle suave el labio inferior. Justamente en ese momento ella deseaba un beso así, recordar a Macri en persona, más allá de la sensación agradable de sus pezones.
La miró a los ojos, desde muy cerca y justo entonces apretó el pezón. Un pellizco un poco más fuerte que las caricias de antes. Ella puso cara de dolor... que transformó un segundo después en expresión de placer, así que continuó apretando. Sólo lo liberó cuando dio un gritito. Y entonces volvió a besar el pezón, a humedecerlo y chuparlo para calmarlo, antes de pelllizcarlo de nuevo, esta vez por sorpresa y más fuerte. Apretó fuerte unos segundos y notó como un dolor intenso recorría el cuerpo de Maru y se convertía inmediatamente en placer al llegar a su sexo. Lo notó en su cara, en sus gemidos. En su forma de balancear todo el cuerpo.
Se besaron con ganas, mordiéndose golosos. La chica movia todo su cuerpo buscando el de Macri y él, que lo notó, introdujo su pierna entre las de ella. Siguieron besándose mientras se frotaban, bailando suavemente al mismo ritmo tumbados en la cama. Los dos llevaban aún los pantalones puestos, y él seguía apretándole el mismo pezón derecho. A ella se le entrecortaba la respiracíón, se notaba a punto de explotar y, encima de todo, notaba la fuerte erección de él apretando contra su muslo. Ya no aguantaba más:
-Fóllame. Por favor, fóllame de una vez.
-Aún no.
-No seas cruel, neecsito que me folles.
-Aguanta un poco.
A la vez que hablaba se estaba separando de ella. Le sonrió. Le abrió el botón del pantalón. Le bajó la cremallera. Agarró los pantalones por los bajos y se los sacó tirando de ahí. Ella levantó el trasero para facilitarle la tarea y en un instante se quedó en braguitas. él se las quitó del mismo modo, sin mirarlas prácticamente. La miró, ya desnuda. Tenía el pubis abundante y la marca clara de haber tomado el sol en bikini. Le abrió las piernas y se arrodilló en la cama entre ellas. Colocó una mano en cada muslo, manteniéndolos separados, y con la punta de la lengua, sólo la punta, le rozó el clitoris. Ella, que no se lo esperaba se sobresaltó y dio un respingo. La punta húmeda de la lengua de Macri le rozaba insistente el clítoris, sin prisas: le daba golpes suave, lo acariciaba, dibujaba circulitos en él, una y otra vez. Ella abrió la boca y empezó a gemir muy alto, sin miedo de que la oyeran en las otras habitaciones.
Gemía a espasmos, perdiendo poco a poco el control de su propio cuerpo. Se corrió si esperárselo, pero fue un orgasmo pequeño y disimulado. Como un saltito del que se recuperó al momento entre los labios del chico, que la chupaban despacio, como quien saborea un helado. A él le excitaba ese juego, esa manera de llevarla arriba y abajo. Para seguir se chupó un dedo y colocó la yema, sin empujar, en la entrada del culo de ella. A la vez, aceleró el ritmo del movimiento de su lengua. Maru sentía que podía volver a correrse, sus caderas de movían solas y sentía como si un globo de aire excitante se le fuera inflendo bajo el vientre. Ella estaba fuera de sí,  incapaz de sentir nada de su cuerpo que no fuera el placer. Macri se excitó a ver que, con su movimiento, la chica iba haciendo ella misma que el dedo entrase más y más en su trasero. Hasta estar dentro del todo. Él empezo a moverlo, masajeando la pared, rozándole el coño desde dentro de su culo y sin parar de lamer, chupar, mamar y sorberle el clitoris.
Ahí estalló Maru. En una explosión intensa, brusca. Sintió que se desbordaba. Macri notó en su mano cómo le palpitaba el coño, y notó también que le mojaba. Ella se acurrucó, desahogándose en su orgasmo y él esperó un instante antes de masajearle suavemente la cabeza. Lo miró sonriendo:
-Eres muy lindo, sabes?
-Pes tú tienes un coño muy bonito.
-Idiota! -Volvieron a besarse.
Se pasaron un buen rato bromenado, entre besos. Los dos estaban felices.Ella por haberse encontrado con un chico así, tierno pero aventurero. Él porque se sentía cómodo y confortable. Cuando se quedaron dormidos la muchacha tenía apoyada la mejilla sobre su pecho. A media noche cada uno se echó a un lado de la cama.
Al amanecer a los dos los despertó la alarma del teléfono móvil de Maru. Lo apagó y buscó los labios de su nuevo amor.

1 comentario:

Estefanía dijo...

Queremos más entregas solo para mayores de 18 :P.